No Sea Usted La Próxima Victima
Escenario 1
La cola en la autopista de Prados del Este estaba peor que otros días.Ya para el atardecer cansado por una larga jornada de trabajo, Augusto a quien cariñosamente le decimos Capriles, mi compadre amigo y colega que acompañaba para el momento conducía distraído. Los carros avanzaban muy lentamente. Capriles se inclinó para conectar el cable ahorrador del teléfono celular en la conexión del encendedor. Justo en ese momento el movimiento de los carros se detuvo. Cuando Capriles levantó la vista fue demasiado tarde. Pisó el pedal del freno, pero la defensa de su Aveo golpeó la defensa del Toyota que iba delante de él. Sorprendido, el conductor del Toyota volteó y abrió la puerta de su carro. Capriles se bajó también.
- Oye, animal, me golpeaste y dañaste el carro!
- Más animal será tu mamá... Tu frenaste demasiado bruscamente.
- Ah, y encima me vas a insultar? Ya vas a ver...
El conductor del Toyota regresó a su vehículo, abrió la maleta y sacó una pesada barra de acero. Regresó, amenazante.
- Ajá, ahora vamos a ver quien es más animal...
Augusto miró con rabia creciente al hombre. Entonces desenfundó el revólver calibre 38 que llevaba en la cintura y lo apuntó.
- Con que te las das de muy macho... Vamos a ver ahora si eres tan macho!
- Tú crees que con ese juguetico me vas a asustar? Mira, para que veas. El hombre descargó, con toda su fuerza un golpe con la barra de acero sobre la trompa del Aveo. Saltaron pedazos de vidrio de los faros.
Loco de rabia, Capriles se le acercó, blandiendo el revólver.
- Maldito, vas a ver lo que te voy a hacer...
Cuando el hombre se aprestaba a descargar un segundo golpe sobre el capó, Capriles lo apuntó y disparó dos veces...
Escenario 2
La cola en la autopista de Prados del Este estaba peor que otros días. Cansado por una larga jornada de trabajo, Augusto a quien cariñosamente le decimos Capriles mi compadre amigo y colega que acompañaba para el momento conducía distraído. Los carros avanzaban muy lentamente. Augusto se inclinó para conectar el cable ahorrador del teléfono celular en la conexión del encendedor. Justo en ese momento el movimiento de los carros se detuvo. Cuando Capriles levantó la vista fue demasiado tarde. Pisó el pedal del freno, pero la defensa de su Aveo golpeó la defensa del Toyota que iba delante de él. Sorprendido, el conductor del Toyota volteó y abrió la puerta de su carro. Capriles se quedó en su sitio. Manteniendo la calma y pensando cómo hacer para resolver la situación, esperó que el hombre se acercara.
- Oye, animal, me golpeaste y dañaste el carro!
- Sí, lo lamento. No me di cuenta. Lo siento...
- Gran vaina... Eso no va a arreglar mi carro...
- Bueno, vamos a ver los daños...
En ese momento Capriles se bajó y revisó los daños que tenía el Toyota, así como los que tenía la defensa de su carro...
- Bueno realmente fue mi culpa... Si quiere esperamos a que venga un fiscal y levante el choque. Mi carro está asegurado contra todo riesgo, o le doy mis datos y nos arreglamos entre nosotros... Usted lleva su carro a un taller de su confianza, vemos el presupuesto y yo pago la reparación...
- Caramba, pero debería tener más cuidado!
- Tiene usted toda la razón... Realmente fue un descuido mío...
El hombre se quedó unos segundos pensativo y finalmente aceptó la segunda alternativa. Se intercambiaron las señas y cada uno continuó su camino.
Escenario 3
La cola en la autopista de Prados del Este estaba peor que otros días. Cansado por una larga jornada de trabajo, Augusto mi compadre amigo y colega que acompañaba para el momento conducía distraído. Los carros avanzaban muy lentamente. Capriles se inclinó para conectar el cable ahorrador del teléfono celular en la conexión del encendedor. Justo en ese momento el movimiento de los carros se detuvo. Cuando Capriles levantó la vista fue demasiado tarde. Pisó el pedal del freno, pero la defensa de su Aveo golpeó la defensa del Toyota que iba delante de él. Sorprendido, el conductor del Toyota volteó y abrió la puerta de su carro. Capriles se quedó en su sitio. Manteniendo la calma y pensando cómo hacer para resolver la situación, esperó que el hombre se acercara.
- Oye, animal, me golpeaste y dañaste el carro!
- Sí, lo lamento. No me di cuenta. Lo siento...
- Gran vaina... Eso no va a arreglar mi carro...
- Bueno, vamos a ver los daños...
- No voy a ver un carajo! Lo que voy a hacer es partirte la cara y destrozarte el carro...
- Eso no va a arreglar nada. Más bien lo va a empeorar...
- Lo que me arrecha de la gente como tu es que trata de arreglar el mundo hablando pendejadas... Bájate de ahí para que veas...
Pero Capriles no se bajó, más bien cerró los vidrios y puso los seguros de las puertas de su carro. El hombre golpeó el vidrio con las manos, furioso se dirigió hacia su vehículo, abrió la maleta y sacó una pesada barra de acero.
Capriles, al ver acercarse al hombre blandiendo la barra pensó en el revólver 38 que llevaba en la cintura, pero su sentido común y su intuición le dijeron que sacar un arma serviría sólo para empeorar esta situación. Entonces contempló las posibilidades de escapar de ahí, pero tendría que hacer varias maniobras para retroceder y avanzar, el tráfico ahora, con los dos vehículos detenidos estaba peor que antes, y su agresor seguramente lo perseguiría y alcanzaría. Decidió, entonces, tomar su teléfono celular y llamar a la policía municipal de Baruta y a la Policía Metropolitana para denunciar que estaba sucediendo un violento altercado en la autopista y que mandaran rápidamente una comisión de funcionarios policías.
Indignado porque Capriles seguía atrincherado dentro de su carro, el hombre lo amenazaba, gritaba e insultaba, daba vueltas alrededor del Aveo. Capriles no se inmutó. Pensaba en que cada minuto que transcurría era tiempo ganado a su favor, tanto para que su agresor se tranquilizara como para que llegara la policía.
Enardecido, el hombre golpeó la trompa del Aveo y luego el parabrisas se estrelló con un segundo golpe. Capriles tenía el revólver en la mano, pero rezaba por no verse en la necesidad de utilizarlo si su agresor lograba terminar de romper los vidrios y trataba de golpearlo a él... Pero afortunadamente, la ira del conductor del Toyota Corola pareció bajar. Le dio un último golpe al guardafango del Aveo y volvió a su carro. Capriles tomó nota cuidadosamente de las placas y esperó a que llegase la policía. Formularía la denuncia y encauzaría el incidente por las vías judiciales... Ese hombre tendría que responder por los daños que le causó a su carro, pero al mismo tiempo se sentía contento y victorioso por haber salido sin ningún daño físico frente a ese enajenado que le tocó enfrentar...
Cuando estamos al volante, muchas veces nuestras tendencias agresivas se ponen más a flote que en otras circunstancias. Algunos expertos han investigado y tratado de explicar las razones que llevan a estas conductas, elaborando varias interesantes teorías al respecto. Pero, dejando de lado las causas que pueden generar ese tipo de comportamiento, que suceden con cierta frecuencia, pensamos que son demasiadas las tragedias, atracos y situaciones de violencia que se presentan cada día por causa de la delincuencia para que nosotros nos arriesguemos, por un incidente menor de circulación a vernos envueltos en una situación de violencia absurda, en una trampa sin sentido.
Nosotros no podemos adivinar con qué tipo de individuo podemos encontrarnos o qué nivel de agresividad pueden desarrollar otras personas, pero sí podemos tener control sobre nosotros mismos, dominar nuestras emociones para mantener la calma y poder manejar las situaciones lo mejor posible.
De los tres escenarios propuestos, la situación que ocurre en el primero es la que debemos evitar a toda costa. No engancharnos con la agresividad y violencia con la que podemos conseguirnos y sobre la que no podemos tener control.
El segundo escenario representa la solución ideal;
Y el tercero sería un ejemplo de respuesta pasiva o racional ante una persona peligrosamente violenta