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Impresionante
Palco de sombra. Presidentes indeseables Jaime Lusinchi y Carlos Andres Perez
Con algún retardo y evidente injusticia no habíamos visto, hasta ahora, una muestra de rechazo o de menosprecio, en los dominios de la política venezolana, con respecto a los ex presidentes Carlos Andrés Pérez y Jaime Lusinchi, ambos procesados y sancionados como reos de ostensible enriquecimiento ilícito, concusión y peculado agravado. Por el contrario, en pasada y vergonzosa sesión del Congreso, Lusinchi fue aclamado y utilizado por la fracción parlamentaria adeca para empatar votaciones muy importantes, en uso de credenciales como senador vitalicio. Después que votó, Lusinchi se marchó a su nido de amor en Miami, pero ahora regresa y lo hemos visto de nuevo en el hemiciclo del Senado. Por cierto que Lusinchi no quiso saludar a su colega y copartidario Carlos Andrés Pérez, quien fue humillado dos veces en la sesión especial del Congreso para recibir al doctor Julio María Sanguinetti, presidente de Uruguay. Una vez, por el propio Congreso, que lo relegó a una silla distante y secundaria; y otra vez por el servicio de protocolo o por los edecanes del magistrado visitante, que impidieron que el ex presidente Pérez se acercara al doctor Sanguinetti. Lusinchi, muy arrellanado en su curul espúrea, reía sin embozo al ver las tribulaciones de su rival en peculado y su antiguo colega en los sumideros más sucios de Miraflores. Ambos se repelen como el agua de El Guaire y el aceite de ricino. Cuánto se robaron? Eso no lo sabe ni Piñerúa Ordaz, cuyo archivo de malandranzas y quesorología es famoso en la historia del enriquecimiento ilícito de los venezolanos.
Fueron patéticas y elocuentes las fotos recientes en la prensa en las cuales aparecía Carlos Andrés Pérez, íngrimo y solo, en una silla subalterna y aislada; mientras en otra fotografía estaba el caco Lusinchi dando la espalda al pobre de Carlos Andrés, que hablaba, mientras Lusinchi no oía ni reparaba en sus palabras o hacía el menor gesto para saludarlo o entablar el diálogo.
Con respecto a la minusvalía o deterioro creciente del doctor Lusinchi, vale la pena también recordar que el inefable ``caudillo'' adeco Luis Alfaro Ucero, siempre tan dicharachero y elocuente, declaró a la prensa que ``traer a Lusinchi para la elección de las directivas parlamentarias fue un grave error de estrategia''. Alfaro Ucero ha debido agregar que también fue error de ética y de higiene, por no decir de elemental conducta frente a la corrupción y el enriquecimiento ilícito. Acaso por lo ocurrido con Lusinchi y también, en cierta forma con Pérez, que fue desincorporado del Senado por resolución de los propios parlamentarios adecos, el partido de Gallegos, Betancourt y Leoni, está obligado a dar su pleno respaldo a los congresantes que proponen la eliminación de los llamados ``senadores vitalicios''. Y que nos perdone Luis Herrera Campins, senador vitalicio, que no tiene velas en el entierro de sus colegas Pérez y Lusinchi.
A los ladrones y peculadores hay que perseguirlos, desenmascararlos y enterrarlos, al socaire de la más elemental justicia en el seno de una democracia que debe hacer honor a la lucha contra la corrupción, el peculado y el enriquecimiento ilícito. Si se expulsó a Carlos Andrés Pérez del Congreso, por qué no sacar a Jaime Lusinchi del Senado, siendo Lusinchi más ladrón que Pérez?
O no?